Este es el primer capítulo

Los bombardeos iban al mismo son que los latidos de su corazón. Cuando entraban en batalla a Jonan no le permitían subir a cubierta. A pesar de que siempre se quejaba, acababa encerrado en bodega hasta que alguien bajaba a avisarle de que había acabado la batalla. Pero en esta ocasión se estaban retrasando demasiado. Incluso su mejor amigo parecía haberse olvidado de él. Seguía sin comprender porque Peter podía echar una mano, ya que ambos tenían dieciséis años y juntos se habían entrenado en la esgrima. - Eres el hijo del capitán. No podemos arriesgarnos a perderte. - le había dicho una y mil veces. Pero Jonan no se veía gobernando el Maldito Rubí. Nunca había demasiado sido bueno dando órdenes, ni tampoco en manejar las cartas de navegación. Tampoco tenía muy claro en qué era lo que se le daba bien.

Un estruendo en la pared de la bodega lo sobresaltó.